Los  juegos de hilos o cuerdas, cuyas  distintas figuras llenas de fantasía,  son un pasatiempo universal y se describen en las culturas de casi todo el mundo. Se ignora exactamente de dónde provienen, pero hay un acuerdo general que son originarios del extremo oriente, especialmente de Africa, Egipto, India y China. En las  investigaciones etnológicas emprendidos por el Bernice Bischop Museum de Hawaii se encuentra el más rico archivo de tradiciones sobre estos juegos de cuerdas que se ha extendido por numerosas islas del Pacífico. Los trabajos más detallados son los que se refieren a  Nueva Zelanda,  Islas Marquesas,  Islas Sociedad y  Hawaii,  donde recibían el nombre de Whai, Pehe, Fai y Hei respectivamente. En occidente, lamentablemente estos juegos se están perdiendo en el olvido, aunque en los años cincuenta los niños aún lo practicaban en Alemania, ejecutando las figuras a veces en forma solitaria, con ayuda de labios y dientes, o entre dos personas que se traspasan la ejecución de figuras. Los investigadores Rivers y Haddon clasifican estas figuras en 2 grandes grupos (1902): el Europeo-asiático con dos personas y el Océanico-americano hecho por una sola.

En todos estos pueblos las figuras de cuerdas van contando historias y representando imágenes, aunque también, a falta de lenguaje escrito, se han constituido en la manera de relatar leyendas, historias, tradiciones y los mitos resultantes de su cosmovisión.  Asimismo han servido como práctica religiosa, como búsqueda de caminos, como método de adivinación, entretención y como descriptores de lugares.

En Rapa Nui, se dice, que su mítico rey colonizador Hotu Matu’a introdujo la práctica del juego de cuerdas llamado Kai-kai con sus respectivos Pata’uta’u (versos recitados), pero, si así fuera, esta práctica cayó en el olvido, probablemente hacia la época de llegada de los barcos esclavistas (1862- 1863) o incluso antes. Su reintroducción fue posterior. En 1885, el joven Nicolás “Ure Potahi” Pakarati fue llevado por los misioneros a Tahiti para prepararlo como catequista y tres años después el Obispo Jaussen lo envió a las islas Tuamotu de la Polinesia Francesa para buscar una compañera de vida. Se casó luego con Elisabet “Tapeta” Rangitaki te Maki, nativa de la isla Fangatau, y ambos regresan a Rapa Nui para continuar la evangelización iniciada por el primer misionero, hermano Eugenio Eyraud (1864). Sus hijos, en especial Santiago Pakarati y su mujer Amelia Tepano Ika, casados en 1921, heredaron de su madre Tapeta el conocimiento del juego de hilos proveniente de las Islas de la Sociedad. “El Kai-kai recién ingresó a Rapa Nui con la mujer de Nicolás Pakarati, antes no existía,” nos confirma Alfredo Tuki Paté. María Ignacia Paoa (QEPD),  testimonia en Revista Moe Varua del mes de julio, 2011, que: “El año 1938, para celebrar el cincuentenario de la anexión a Chile, el gobernador militar Álvaro Tejeda preparóuna fiesta en la cual todos debían participar presentando alguna obra con motivos pascuenses. Ahíse comenzaron a recuperar los juegos de hilos Kai-kai  y sus recitaciones Pata´uta´u, muy común en otras islas de la Polinesia, pero no en Rapa Nui. “La primera mención de esta manifestación cultural es dada por el investigador Metraux, quién visitara la isla entre 1934 y 1935. Aunque no profundiza mucho sobre el tema, nos refiere la existencia de 30 figuras de hilo con sus respectivos Pata’uta’u, recopiladas por Amelia Tepano y Santiago Pakarati.

Para su hija Isabel Tepano, quién año tras año traspasa su conocimientos a los niños de la isla, el Kai-kai era un juego de los grandes, los niños solo miraban. “A mi mamá – Amelia Tepano – le encantaba. Era su pasatiempo. Se liberaba haciendo Kai- kai con hilos de Mahute y Pata’uta’u (poemas recitados) con hilos de Mahute. Lo disfrutaban junto con mi papá, porque mi papá le recitaba un Pata’uta’ua mi mamáy ella le respondía con otro Kai-kai y otro Pata’uta’u, como coqueteando. Mi mamálo aprendióde su abuela Tapeta Rangitaki de las islas Tuamotu. En la Polinesia hay muchas islas donde se hace Kai-kai, con diferentes nombres y formas. Yo era la que le ponía más atención, porque me encantaba que de repente se pusieran a cantar. Rescatémuchos Kai-kai que a mi mamáse le habían olvidado con los años.”

Los juegos de hilo con el recorrer del tiempo adquirieron funciones y significados que iban más allá de su acostumbrado reconocimiento como entretención o pasatiempo. Sirvieron para dar una mayor expresión al rico arte polinésico de la oratoria y manifestación poética, fortaleciendo con ello la transmisión y preparación de su propia historia local. También fueron un mecanismo de instrucción por medio del cual se adquirían conocimientos sobre las ciencias, la magia, que podía influir sobre la naturaleza y la conducta de los hombres.

Si bien, los juegos de hilo eran practicados en toda la Polinesia, es en Rapa Nui donde alcanza un desarrollo excepcional, especialmente el Pata’u ta’u o verso recitado que acompañaba siempre la ejecución de las figuras. Un Kai-kai se realizaba con hilo fabricado con fibra de árboles pequeños llamados Hau hau (Triumfetta semitriloba) y Mahute (Broussonetia papyrifera), otros con el Hau-kakaka, elaborado a partir del plátano y a veces se usaron los cabellos humanos denominados Hiro. Lo más importante era ejecutar el recitado correspondiente. Los relatos giran en torno a acontecimientos dignos de conmemoración, ritos de pasaje de carácter erótico, o describen aquella porción casi intangible de la cultura, conformada por las creencias, mitos y leyendas. La lista de Kai-kai y el texto de 10 de las 23 recitaciones conservadas están descritos en un video testimonial con su folleto de apoyo realizados por Isabel Pakarati, Marcos Rauch y Pablo Avila en 1995. Éstas y las 23 restantes están registradas por Olaf  Blixen. Junto a ellos existen muchos Kai-kai de origen tahitiano  y figuras locales de reciente creación.